Convivir en familia las 24 horas, los siete días de la semana, lejos de "las corridas" que impone la rutina y las obligaciones laborales, la había hecho detectar algunas conductas que empezaron a llamarle la atención, a encenderle una luz de alarma que hace un tiempo titilaba tenue , casi imperceptible. La cantidad de tiempo que Charo pasaba en la cama con su marido mirando tele, el que se hubiera vuelto a hacer pis de noche, su irritabilidad, el llanto aparentemente sin motivo y otros cambios en su conducta, fueron los primeros indicadores de lo que supo después. "Al principio pensé que todo eso podría llegar a ser por el aislamiento, que era normal. Para todos se trataba de una situación nueva, distinta", explica Marcela.
Le cuesta hablar. Le faltan las palabras. La vence el llanto. Sí puede decir que cuando lo confrontó a Javier, él no negó nada. Usó frases ambiguas, le dijo que ella "malinterpretaba todo", que nadie le iba a creer , que le iba a poner un abogado, que se olvidara de Charo. Desesperada, Marcela buscó en Google "abuso sexual contra niños y niñas" . No sabe bien cómo, pero dio con las psiquiatras que la asesoran y acompañan actualmente. Le dijeron que tenía que hacer la denuncia, que se acercara a una comisaría de la mujer. La atención que recibió allí estuvo lejos de ser la ideal: "Me preguntaron si estaba segura de avanzar, que tuviera en cuenta que lo iban a tener que sacar de la casa y que estábamos en cuarentena. De alguna manera, sentí que intentaban disuadirme", dice Marcela.
En ese sentido, Paula Wachter, fundadora y directora ejecutiva de Red por la Infancia , subraya: "Es como si se empezaran a caer capas de velos. En estos días, se triplicaron los llamados de mamás protectoras que sospechan que sus parejas pueden estar abusando de sus hijos e hijas: recibimos seis o siete por día".
Luis Urrutia, pediatra y coordinador general de guardias del Hospital Garrahan, enfatiza su preocupación por este tema. "Por distintas y justificadas razones, se ha recluido a los niños. Esto puede resultar útil desde el punto de vista epidemiológico, pero deviene en una pérdida importante de la vigilancia social para detectar las distintas instancias de maltrato y abuso", sostiene. Según el médico, esta vigilancia social conformada por familiares, vecinos, clubes, escuelas, centros de salud y servicios sociales, entre otros, es clave para "tornar visible este flagelo que existe en todas las sociedades y contextos socioeconómicos".
Para Silvia Ongini, psiquiatra infantojuvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas y cofundadora del Centro de Asistencia y Prevención del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia (Cepasi) , el rol del adulto protector es fundamental, ya que de su actitud frente al niño o la niña dependerá que estos puedan contar lo que les pasa o callar para siempre . Mostrarse enojado, angustiado o usar frases como "¿Por qué dejaste que te hiciera eso?", "¿Por qué no te fuiste o le dijiste que no?", contribuyen al silencio. En cambio, otras como "Fuiste muy valiente al contármelo", "Nada de lo que pasó es tu culpa", "Te vamos a ayudar para que esto no vuelva a pasar nunca más", son respuestas que marcan la diferencia.
Wachter suma que el contexto actual "dejó al desnudo" déficit estructurales de la políticas públicas que no pueden subsanarse en la emergencia. Por eso, reflexiona que es muy importante hacer un uso eficiente de los recursos disponibles en cada localidad. "Las autoridades locales, provinciales y nacionales deberían informar de forma clara y sencilla que es lo que está funcionando, dónde recurrir y qué solicitar a cada autoridad. Si los adultos necesitan contención o información adicional pueden recurrir a especialistas o organizaciones de la sociedad civil que los orienten y los ayuden a orientar la acción", recomienda.
Algunas señales de alerta:
Chicos que siempre se dejaban bañar o jugaban en el baño, de repente se niegan y dicen: "No quiero desvestirme o bañarme", o no quieren que se les toque el cuerpo.
Que tengan pesadillas.
Conductas de aislamiento o ensimismamiento, por ejemplo, que se queden en un rincón sin jugar.
Juegos sexuales con muñecos.
Que muestren señales de irritación en las partes externas de los genitales o en la zona perianal.
Manifestaciones emocionales como llantos ante cuestiones aparentemente sin importancia, angustias, enojos desmedidos, miedos que no estaban ante (como de separarse de la figura que el niño siente como protectora), miedos que no tenía.
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